“Si lo que he leído es una muestra de su forma de escribir -en caso contrario considere sin efecto las líneas que siguen- me va a permitir que me anticipe en mi labor de crítico a la presentación de su próximo libro. Discurso demasiado pasional, rápido, improvisador, irreflexivo. Se nota que en esta ocasión usted se ha dejado inspirar negativamente por la encendida prosa de Baccaglioni y por los sofismas que hace en la parrafada que usted cita. Escribir no es una actitud emocional. Implica un uso del lenguaje, y esto a su vez una postura analítica frente al mundo. El escritor tiene una responsabilidad frente al mundo y al lenguaje, del mismo modo que un artesano es responsable de lo que hace con su herramienta”.
Esto no lo digo yo, sino que lo escribió otra persona en el muro de feisbuc de Alena en un interesante debate sobre la ética y el respeto a los que se han ido (al otro mundo, me refiero).
No conozco a Alena Collar en persona. Me crucé con ella por casualidad en el feis y reconozco que me quedé un tanto enganchado a su carácter, a su sinceridad descarnada y brusca (lo que sería sinceridad a secas si la sinceridad sinceridad no fuese un bien tan escaso en nuestros tiempos). No la conozco ni he asistido la presentación de ninguno de sus libros. “Seguro que hay entre el público tres o cuatro garrulos que comparten su opinión”, decía nuestro crítico en el debate del otro día. Perdóneseme que saque estas declaraciones de su contexto y las presente un poco sesgadas, pero es que contar todo el rollo sería un poco largo y me viene al pelo como pie para expresar el pudor y el agarrulamiento que me produce no estar de acuerdo con un tipo tan sobradamente intelectual como para decir cosas como “la encendida prosa de Boccaglioni” o “sofismas”.
Mis primeras lecturas de Alena, como digo, son sus comentarios en el feisbuc. Usa un lenguaje directo, de eso no hay duda, rematadamente incorrecto y plagado vulgarismos, pero sin errores. ¿Qué cómo es eso? Pues porque escribe así porque le da la gana, y eso se nota a pocas luces que uno tenga (hasta yo me he dado cuenta…). La pregunta es: ¿Cómo escribe la Alena escritora? Eso es lo que yo me preguntaba y decidí averiguar, así que me puse manos a la obra con Estampaciones, un libro de relatos cortos.
¿Qué cómo escribe? Pues en mi garrula opinión, muy requetebién. Me ha gustado mucho su recopilación de relatos, salvo alguna que otra discrepancia en el uso de las comas, pero es que yo, para eso, soy muy mío.
Estampaciones es una colección ecléctica (eh, que yo también me sé alguna palabra de esas que dicen los intelectuales). Relatos entre cortos y muy cortos de temática variada que va desde lo paranormal y lo interplanetario a lo surrealista o al realismo más cercano.
El libro arranca con “Estampaciones o la mujer que mira”, un hermoso relato a caballo entre la prosa y la poesía que nos habla del título y de la portada, en la que precisamente aparece una mujer que mira… ¿eres tú, Alena?
Le siguen mi favorito, el que se titula “Presa” y unos cuantos más, como ya he comentado de lo más variopinto. También el estilo y el lenguaje son variados entre unos y otros. El libro se deja leer muy fácil o, mejor dicho, muy a gustito. En definitiva, un libro muy recomendable.
Si todo va bien, mañana recibiré la novela “El chico de la chaqueta roja”, también de Alena Collar. Iremos viendo.
Palabras de editor:
Alena, ¿quién eres? Una mujer que mira.
¿Y qué sabes hacer? Sólo una cosa, escribir.
Y de estas dos respuestas nace Estampaciones. Bueno, de estas dos respuestas y de su pasión por la literatura como profesora, lectora y escritora.
Estampaciones es un libro de fotografías en forma de relatos, de estampas que ganan movimiento gracias a la capacidad evocadora de Alena Collar.
La autora combina en su paleta la prosa poética con una prosa más directa, aderezadas ambas con toques sutiles de humor, regalándonos así un tapiz de imágenes que nos llevarán desde la sonrisa hasta la nostalgia.
A ver si hoy estoy menos torpe y puedo agradecerle ese "requetebien", además del tiempo que se tomó en leerme y comentarme...
ResponderEliminarGracias de verdad. Y gracias por lo que comenta del "feis"; comprendo que para "leer" entre lineas hay que molestarse en hacerlo: usted lo ha hecho.
Un abrazo. Por cierto: más razón que un santo en lo de las comas: nos llevamos fatal.
Como algún sabio habrá dicho, y si no lo digo yo aunque no lo sea, leer solo las líneas no es leer. Y si le interesa saberlo, leer y comentar su libro me ha llevado un tiempo pero absolutamente ningún esfuerzo, y es que las cosas que se hacen con gusto...
EliminarUn saludo
P.D. Ya he recibido El chico de la chaqueta roja.
Gracias, Eduardo por enlazar. Pero sobre todo por tanto y durante tanto tiempo.
ResponderEliminarPostdata: me sonrío al pensar en que hubo una época en la que nos llamábamos de usted...