Acabo de pasar la última página de Entre la lluvia, la
primera novela de Alberto Pasamontes. La
historia tiene unos cuantos elementos de novela negra, aunque resulta más bien
gris. Novela gris. Lo del color gris se usa habitualmente para referirse a lo
anodino, a lo soso, a lo insustancial. No es el caso, en absoluto. Digo que la
novela es gris porque a pesar de que, como decía, tiene bastante de novela negra,
se aleja un tanto de los elementos clásicos más sórdidos, aderezando la trama,
en su lugar, con personajes, escenarios y situaciones cercanos y familiares,
diría que hasta domésticos. Así, el autor encaja en la trama, sin ninguna
discordancia, una retahíla de asuntos de esos que nos ocupan y nos preocupan a
todos en el día a día: la crisis, los ERE, los desahucios, las cafeteras de
capsulitas, los exámenes de nuestros hijos adolescentes… En mi opinión todo
esto le da a la novela un aire fresco que ayuda a leerla y a engancharse.
Diría alguno de esos críticos pesados y resabidillos que el
señor Pasamontes abusa, empezando por el propio título, del tan manido recurso
de la lluvia que no cesa para crear una atmósfera opresiva y umbría. No seré yo
quien afirme tal cosa ya que la que espero que sea mi próxima novela comienza
con la frase “Afuera llovía”, y me encanta el recurso precisamente para eso,
para ensombrecer las escenas, por muy trillado que esté el truco.
La novela está muy bien construida, con una trama que se
desmadeja de una forma ordenada, manteniendo el suspense en su justa medida y
conduciendo al lector a través de una concatenación de sucesos perfectamente
creíbles hasta un desenlace perfectamente resuelto. Me gusta en especial el tratamiento
de los personajes, a los que uno termina pensando que conoce de siempre.
Más allá de algunos detalles menores que sería recomendable
revisar y corregir para posteriores ediciones, estamos ante una obra notable para
un autor novel. En definitiva, me ha parecido una novela estupenda y muy
recomendable.
Enhorabuena, Alberto.