lunes, 28 de julio de 2014

Una del Oeste, de José Javier Abásolo

Me he leído dos novelas por el precio de una: una novela negra y otra del Oeste. ¿Librería del outlet? No, Una del Oeste, la última novela de José Javier Abásolo. Tengo mi ejemplar dedicado por el autor en la última Feria de Bilbao.


No soy muy de novela negra. Casi nada, y si alguna vez practico suele ser con clásicos de esos de detective americano con sombrero y gabardina y mujer fatal, rubia de bote y de curvas peligrosas.

Hace poco leí Entre la lluvia, de Alberto Pasamontes, estupenda, y luego la que nos ocupa: Una del Oeste. Novela negra con héroes más de por aquí, de los que van por la vida sin sombrero y hacen la compra en el súper de la esquina, tal vez sin el glamour de sus homólogos engabardinados pero, fuera de toda duda, sin envidiarles un ápice respecto al interés de sus historias.

Un tiroteo en Laramie (Wyoming). Un jugador profesional y un juez caen fulminados por los disparos de una mano más rápida que la vista. Otro tiroteo en Bilbao. Un charcutero de los de toda la vida deja este mundo con la ayuda de un exyonqui estupefacto. Dos universos paralelos, dos historias inconexas que tienen mucho que ver  y confluyen hasta desembocar en un final muy logrado.

Al principio puede sorprender el peculiar estilo del autor, salteado de giros y referencias anacrónicas a modo de guiños musicales, cinematográficos, literarios…, que confieren un regusto particular sobre todo a la historia del Oeste. Que nadie interprete en esto un matiz peyorativo, porque no pretende en absoluto tenerlo. A mí, en particular, aunque debo confesar que en las primeras páginas me chocó un poco, enseguida le cogí gusto al regusto.

Una obra original, diferente; un paso adelante de un autor que ya se ha labrado todo un nombre en el mundillo de la novela negra y que promete mucho más. Es lo primero que leo de Abásolo, pero prometo solemnemente que no será, de ninguna manera, lo último.

Una del Oeste. Una novela fantástica que no os debéis perder.


Sinopsis

La muerte de un comerciante bilbaíno en un atraco a manos de un yonqui es un suceso trágico, por supuesto, pero banal. El asunto parece estar claro para todo el mundo, menos para el juez de INSTRUCCIÓN que, pese a las “sugerencias” de sus superiores jerárquicos, se empeña en mantener abierto el caso.

La trama se complicará al descubrirse que el asesinado es el escritor que se esconde bajo el seudónimo de Colt Duncan, autor-personaje de una serie de novelas del Oeste que en los últimos años han copado el número 1 en las listas de libros más vendidos. Por ese motivo, convencido de que la publicación de su última aventura sería un auténtico bombazo, el editor contrata a un profesor de literatura para localizar esa obra perdida, en el caso de que exista. 

Las dos investigaciones acabarán convergiendo sin sospechar que, quizás, en esa novela póstuma, se encuentren las claves de lo sucedido. 

Una obra donde sorpresivamente, además de plantear una impecable trama policial, Abasolo recupera la diversión y el gusto por las novelas de vaqueros.


jueves, 24 de julio de 2014

La saga de los longevos



Acabo de terminar de leer la novela La saga de los longevos, de Eva García Sáenz. Me llamó mucho la atención la historia literaria de Eva, así que me compré su novela en cuanto la vi en una librería, precisamente en Santander, donde transcurre la trama. Siempre he sido un lector casi compulsivo, amante de las novelas largas, de las que duran, aunque últimamente, bien sea porque no dispongo de demasiado tiempo, bien porque me hago mayor, prefiero cositas más breves, de esas de doscientas y pico páginas. Así que cuando agarré La saga en la librería me pareció un “tocho”, con sus seiscientas cincuenta y ocho páginas. No obstante pensé: ¡qué demontres! (realmente pensé otra palabra, pero seamos finos), con esta novela ya tengo lectura para todo el verano.

Debo confesar que me ha decepcionado. ¡Lo que iba a ser lectura para todo el verano apenas me ha durado una semana! Hacía tiempo, unos cuantos años, que no me sumergía en una novela como lo he hecho en esta, enganchado desde el título hasta la última letra de la bibliografía. A esta novela no le falta de nada para ser un best seller, que ya lo es, una peli, una serie o lo que sea, pero de momento es, y es lo que importa, una grandísima novela.

Eva García Sáenz de Urturi (permítaseme usar el segundo apellido de la autora, en homenaje a los lazos personales que me unen a la Montaña Alavesa) nos regala una historia estupenda protagonizada por unos personajes extraordinarios en unos espacios cotidianos y muy cercanos, sobre todo PARA los que no vivimos lejos de Santander y sus fantásticos alrededores.

Con gran osadía la autora surfea valientemente sobre las ingeniosas teorías antropológicas, perfiles psicológicos e hipótesis científicas con los que entreteje la trama. Cuando uno hace eso se arriesga a resultar chocante, sobre todo al ser leído por algún buen conocedor del tema en cuestión. Me encanta la arqueología y la antropología, pero soy un ignorante total de estas disciplinas, aunque me da la impresión de que Eva se maneja mejor que bien. De ciencia sí que sé un poco y me he quedado satisfecho con la subtrama de los telómeros.

Podría seguir escribiendo sin parar sobre el estilo elegante, la exquisita ambientación, la cuidada documentación, la impecable sucesión de capítulos alternando la narración en primera persona de los dos protagonistas, trufada de cuando en cuando con algún que otro flashback que nos ayuda a conocer mejor a los longevos, de un final brillante, pero…, ¡qué demontres! (o lo otro), os la leéis y lo averiguáis por vosotros mismos.

Yo, por mi parte, me declaro fan incondicional de Eva García Sáenz, así que corro a hacerme con Pasaje a Tahití y la segunda parte de la saga, Los hijos de Adán.

Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) vive en Alicante desde los quince años. Diplomada Óptica y Optometría, durante una década ocupó diversos puestos de dirección en el sector óptico y posteriormente desarrolló su carrera profesional ocupando una plaza de titular en la Universidad de Alicante.

En 2012 irrumpe en el mundo de la literatura con su novela "La saga de los longevos", un fenómeno de ventas y crítica que ha sido traducido al inglés y publicado con gran éxito en Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, convirtiéndose en uno de los libros digitales más vendidos del mundo por una autora española.

Recientemente ha publicado la novela de ficción histórica "Pasaje a Tahití" de la mano de la Editorial Planeta, una historia de amor que se extiende a lo largo de cuatro décadas con el telón de fondo del Tahití colonial y la isla de Mallorca en 1890.

En la actualidad prepara su próxima novela, además de impartir cursos y ponencias de marketing, redes sociales y literatura. Es adicta a la ficción y a las series de TV.

Sinopsis

Iago del Castillo, un carismático longevo de 10.300 años al frente del Museo de Arqueología de Cantabria, se ve arrastrado, en contra de su voluntad, a dirigir una investigación genética: sus hermanos Nagorno —un conflictivo escita de casi 3.000 años— y Lyra —una huidiza celta de 2.500 años—, cansados de enterrar durante siglos a sus familias efímeras, están obsesionados con identificar su rara mutación y tener hijos longevos.

Adriana, una joven y resuelta prehistoriadora, regresa a su Santander natal, contratada por el museo, dispuesta a aclarar el extraño suicidio de su madre, la psicóloga de cabecera de la alta sociedad cántabra, ocurrido quince años atrás.


Iago y Adriana chocan desde el primer momento, aunque entre ellos surge una intensa atracción que ambos intentan ignorar. No imaginan que su pasado determina su destino. Cuando descubran la cruda realidad y reaccionen, las consecuencias de sus actos les dejarán marcados para siempre.

jueves, 3 de julio de 2014

Reseña de UBPEI por el escritor Alberto Pasamontes




El autor de "Entre la lluvia", Alberto Pasamontes, me acaba de regalar esta magnífica y generosa reseña sobre mi novela Un billete para el infinito en su blog El sillón de orejas (elsillondeorejas.blogspot.com.es):

Una prisión, un condenado a muerte, una historia que contar. Quizá ya no sirva para salvar su vida, pero al menos servirá para que el mundo sepa su historia, conozca sus razones, y pueda llegar a comprender sus actos.

¿Quién no ha leído algún libro, o visto más de una película sobre este tema? Tenemos muchos y magníficos ejemplos, tanto que podemos llegar a pensar que ya nos han contado todo lo que había que contar sobre este tema, que no nos interesa otra versión más, que seguro que nuestros diecisiete euros estarán mejor invertidos en el último best seller de moda. Error. Y de los gordos.

“Un billete para el Infinito” es una novela difícil por la complejidad de la idea que surgió de la cabeza del autor, y por la estructura con la que éste ha decidido darle forma, que podía haberle llevado al desastre más absoluto si su escritura no hubiese sido todo lo hábil y valiente que la ocasión requería. Una escritura ágil y certera que engancha desde la primera página, capaz de regalarnos varios momentos entrañables y divertidos a pesar del drama y el desamparo que sufre el protagonista.

La novela está dividida en dos partes muy definidas. La primera de ellas tiene forma de diario, y en ella el protagonista nos presenta su vida desde el momento en que despierta ajeno por completo a la realidad, e incluso a su propio ser: no recuerda quién es, de dónde viene, dónde se encuentra. No sabe nada de sí mismo. Según avance el diario, irá descubriendo (y el lector con él) tanto el mundo que le rodea como su propio mundo interior, en muchas ocasiones mucho más rico y sugerente que el que le ha tocado en suerte. Del mismo modo que la vida nos suele dar una de cal y otra de arena, encontrará en su camino personajes siniestros que nos provocarán la más absoluta repugnancia hasta el punto de que les desearemos todo tipo de merecidas desgracias, pero también otros a quienes adoraremos, y que no querremos que dejen de acompañarnos hasta el final de las doscientas y pico páginas que tiene “Un billete para el infinito”. Tanto unos como otros están perfectamente retratados y definidos, con unas magníficas descripciones que nos proporcionarán imágenes precisas, tanto físicas como psicológicas, de cada uno de ellos.

La segunda parte del libro nos presenta ciertos hechos importantes en el devenir de la historia desde el punto de vista de alguno de esos personajes que, para bien o para mal, acompañan al protagonista a lo largo de su vida, con varios saltos temporales que de no haber estado perfectamente ejecutados podrían haber hecho al lector perder en ocasiones el hilo, pero que Eduardo ha sabido manejar con soltura y eficacia hasta presentarnos en las últimas páginas la tremenda y perfecta explicación a la intriga que desde la primera página nos ha tenido pendientes de la trama: ¿cómo ha podido llegar a sucederle esto a una persona?

Publicada por primera vez en abril de 2013 en Ediciones Beta, ya va por su segunda impresión. Todo un logro para la primera novela de un escritor, que nos dice mucho acerca de la calidad que vamos a encontrar entre estas páginas. Recordad el nombre: Eduardo Alzola. Ya está preparando su siguiente novela.

jueves, 19 de junio de 2014

Aixa Vizuete, ganadora del sorteo de un ejemplar de "Un lugar mejor y otros relatos"



Aixa Vizuete, escritora, autora de la saga "Lirio de sangre" ha resultado ganadora del sorteo de un ejemplar dedicado de la antología "Un lugar mejor y otros relatos" resultado del III Concurso de Relato Corto de Ediciones Beta. en él se incluye mi relato "Que no haya sido un sueño".

¡Enhorabuena a Aixa y gracias al resto de participantes!


sábado, 10 de mayo de 2014

Entre la lluvia, de Alberto Pasamontes

Acabo de pasar la última página de Entre la lluvia, la primera novela de Alberto Pasamontes.  La historia tiene unos cuantos elementos de novela negra, aunque resulta más bien gris. Novela gris. Lo del color gris se usa habitualmente para referirse a lo anodino, a lo soso, a lo insustancial. No es el caso, en absoluto. Digo que la novela es gris porque a pesar de que, como decía, tiene bastante de novela negra, se aleja un tanto de los elementos clásicos más sórdidos, aderezando la trama, en su lugar, con personajes, escenarios y situaciones cercanos y familiares, diría que hasta domésticos. Así, el autor encaja en la trama, sin ninguna discordancia, una retahíla de asuntos de esos que nos ocupan y nos preocupan a todos en el día a día: la crisis, los ERE, los desahucios, las cafeteras de capsulitas, los exámenes de nuestros hijos adolescentes… En mi opinión todo esto le da a la novela un aire fresco que ayuda a leerla y a engancharse.

Diría alguno de esos críticos pesados y resabidillos que el señor Pasamontes abusa, empezando por el propio título, del tan manido recurso de la lluvia que no cesa para crear una atmósfera opresiva y umbría. No seré yo quien afirme tal cosa ya que la que espero que sea mi próxima novela comienza con la frase “Afuera llovía”, y me encanta el recurso precisamente para eso, para ensombrecer las escenas, por muy trillado que esté el truco.

La novela está muy bien construida, con una trama que se desmadeja de una forma ordenada, manteniendo el suspense en su justa medida y conduciendo al lector a través de una concatenación de sucesos perfectamente creíbles hasta un desenlace perfectamente resuelto. Me gusta en especial el tratamiento de los personajes, a los que uno termina pensando que conoce de siempre.


Más allá de algunos detalles menores que sería recomendable revisar y corregir para posteriores ediciones, estamos ante una obra notable para un autor novel. En definitiva, me ha parecido una novela estupenda y muy recomendable.

Enhorabuena, Alberto.

domingo, 4 de mayo de 2014

¿Dónde estás, Jaime Iván Marcucci?


Hace algunos años, allá por 2009 (aunque bien puede ser cualquier otro año, porque mi memoria para las fechas es peor que mala), se instaló en el centro comercial Megapark de Barakaldo un nuevo establecimiento hostelero: Marcucci´s Fried Chicken. Ofrecía un delicioso y crujiente pollo “broaster” recién hecho, así que yo, aficionado y entusiasta investigador de este tipo de locales, no tardé en estrenarlo.

Lo primero que me llamó la atención fue el dueño, cocinero, camarero y anfitrión, todo a la vez, y no solo eso, también creador del invento. Se trataba del mismísimo Jaime Iván Marcucci, un tipo menudo y nervioso, con el cabello entrecano que le caía sobre el cuello y la frente, sin ocultar sus ojillos atentos y escrutadores, y un suave y agradable acento no tan fácil de ubicar en su lugar preciso de allende los mares. Marcucci era–es—un tipo peculiar. Debo reconocer que mi primera impresión no fue demasiado positiva. Yo soy de carácter más bien seco y me chocaron un poco las excesivas atenciones del hombre, ampuloso y educado, tratándote siempre de usted.

Esta primera impresión se diluyó rápidamente al pegarle el primer mordisco a un contramuslo de pollo. Se me hace la boca agua solo de recordarlo. El mejor pollo frito que haya probado nunca. Así que volví, volví y volví a volver, y a fuerza de repetir me fui dando cuenta de que Marcucci no era ampuloso, sino sumamente encantador. En fin, no sé cuál fue la principal causa de mi adicción, si el pollo o Marcucci y sus atenciones exquisitas. El tipo trabajaba de lo lindo, encargándose él solito del local, aunque a veces, cuando los estudios se lo permitían, le echaba una mano su hija Cecilia, dueña de una de esas sonrisas capaces de iluminar las oscuridades más tenebrosas.

Por aquella época andaba yo garabateando “Un billete para el infinito”, y decidí que si alguna vez escribía la segunda parte, la historia empezaría en Marcucci´s. De hecho, y aunque no creo que nunca continúe con ello, ya tengo escritas las primeras páginas.

El inicio de 2013 nos trajo un Marcucci preocupado, taciturno y deprimido. El negocio no iba bien y, según contaba, los tejemanejes del gerente del centro no ayudaban, sino todo lo contrario. “Un billete” ya estaba a punto de salir, y yo estaba ilusionado con regalarle un ejemplar dedicado, pero una semana antes de tener el primer libro entre mis manos, Marcucci desapareció, dejando tras de sí el negocio, regentado ahora por otra gente. El pollo sigue estando bueno, pero él ya no está allí. Ya no es lo mismo. Ya no es Marcucci´s.

Espero que esté, como solía contar, comiendo unas papas en una calita de alguna de las islas afortunadas. Espero que le vaya lindo.


¿Dónde estás, Jaime Iván Marcucci? Te echamos de menos.

domingo, 13 de abril de 2014

La Biblia de neón

La Biblia de neón es la primera novela de John Kennedy Toole, de quien ya hablé en un artículo anterior sobre su “mítica” obra La conjura de los necios. Después del suicidio del autor, su madre se dedicó a ir de editorial en editorial hasta que consiguió la publicación de la conjura, que supuso la concesión a título póstumo del premio Pulitzer a Toole y la consagración de la conjura casi como una obra de culto. Como a veces sucede, el éxito de la conjura de los necios facilitó la publicación de una obra anterior, la Biblia de neón, escrita cuando Toole apenas tenía dieciséis años.

No habría llegado a La Biblia de neón si mi buen amigo Aitor (Iber) no me la hubiera mencionado hace unas semanas, cuando me comentaba su opinión sobre Un billete para el infinito. Entre otras cosas, me dijo que mi estilo le recordaba al de La Biblia y, una cosa que me sorprendió, mencionó una cualidad de ambos: la dulzura. Supongo que para uno mismo no debe de ser fácil darse cuenta de que escribe con dulzura, al menos para mí no lo es. Por otro lado, ¡qué caramba!, siempre sienta bien que le comparen a uno con un autor consagrado, aunque su consagración haya sido tan sui géneris.

La Biblia de neón es una obra sorprendentemente buena para un escritor novel. La historia está narrada en primera persona por el protagonista, un muchacho de la edad del autor, con un lenguaje naif que aligera la lectura y permite que el lector conecte con la historia, precisamente a través de la dulzura del texto.

Un billete para el infinito y La Biblia de neón coinciden en ser óperas primas que probablemente tienen mucho más de autobiográfico de lo que los autores estaríamos dispuestos a reconocer.

Pero volvamos a John Kennedy Toole. En sus dos novelas encontramos grandes paralelismos: un protagonista con una familia desmembrada, la ausencia física del padre y la emocional de la madre, viviendo prácticamente al margen de una sociedad que se pinta con unos brochazos de crítica ácida, mucho más corrosiva en La conjura, en la que se refleja un Toole, más maduro y más enfadado con el mundo que le rodea, que no duda en expresar un humor negro que, junto con unas situaciones y unos personajes casi surrealistas, forjan el estilo de esta segunda obra y la alejan de la inocencia del Toole adolescente. Resulta inquietante apreciar, hablando de paralelismos, el que liga el final de las dos novelas, en las que ambos protagonistas huyen hacia un futuro incierto, con la huida suicida del propio autor.


¿Recomendaría la lectura de la Biblia de neón? Sin duda alguna.