jueves, 24 de julio de 2014

La saga de los longevos



Acabo de terminar de leer la novela La saga de los longevos, de Eva García Sáenz. Me llamó mucho la atención la historia literaria de Eva, así que me compré su novela en cuanto la vi en una librería, precisamente en Santander, donde transcurre la trama. Siempre he sido un lector casi compulsivo, amante de las novelas largas, de las que duran, aunque últimamente, bien sea porque no dispongo de demasiado tiempo, bien porque me hago mayor, prefiero cositas más breves, de esas de doscientas y pico páginas. Así que cuando agarré La saga en la librería me pareció un “tocho”, con sus seiscientas cincuenta y ocho páginas. No obstante pensé: ¡qué demontres! (realmente pensé otra palabra, pero seamos finos), con esta novela ya tengo lectura para todo el verano.

Debo confesar que me ha decepcionado. ¡Lo que iba a ser lectura para todo el verano apenas me ha durado una semana! Hacía tiempo, unos cuantos años, que no me sumergía en una novela como lo he hecho en esta, enganchado desde el título hasta la última letra de la bibliografía. A esta novela no le falta de nada para ser un best seller, que ya lo es, una peli, una serie o lo que sea, pero de momento es, y es lo que importa, una grandísima novela.

Eva García Sáenz de Urturi (permítaseme usar el segundo apellido de la autora, en homenaje a los lazos personales que me unen a la Montaña Alavesa) nos regala una historia estupenda protagonizada por unos personajes extraordinarios en unos espacios cotidianos y muy cercanos, sobre todo PARA los que no vivimos lejos de Santander y sus fantásticos alrededores.

Con gran osadía la autora surfea valientemente sobre las ingeniosas teorías antropológicas, perfiles psicológicos e hipótesis científicas con los que entreteje la trama. Cuando uno hace eso se arriesga a resultar chocante, sobre todo al ser leído por algún buen conocedor del tema en cuestión. Me encanta la arqueología y la antropología, pero soy un ignorante total de estas disciplinas, aunque me da la impresión de que Eva se maneja mejor que bien. De ciencia sí que sé un poco y me he quedado satisfecho con la subtrama de los telómeros.

Podría seguir escribiendo sin parar sobre el estilo elegante, la exquisita ambientación, la cuidada documentación, la impecable sucesión de capítulos alternando la narración en primera persona de los dos protagonistas, trufada de cuando en cuando con algún que otro flashback que nos ayuda a conocer mejor a los longevos, de un final brillante, pero…, ¡qué demontres! (o lo otro), os la leéis y lo averiguáis por vosotros mismos.

Yo, por mi parte, me declaro fan incondicional de Eva García Sáenz, así que corro a hacerme con Pasaje a Tahití y la segunda parte de la saga, Los hijos de Adán.

Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) vive en Alicante desde los quince años. Diplomada Óptica y Optometría, durante una década ocupó diversos puestos de dirección en el sector óptico y posteriormente desarrolló su carrera profesional ocupando una plaza de titular en la Universidad de Alicante.

En 2012 irrumpe en el mundo de la literatura con su novela "La saga de los longevos", un fenómeno de ventas y crítica que ha sido traducido al inglés y publicado con gran éxito en Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, convirtiéndose en uno de los libros digitales más vendidos del mundo por una autora española.

Recientemente ha publicado la novela de ficción histórica "Pasaje a Tahití" de la mano de la Editorial Planeta, una historia de amor que se extiende a lo largo de cuatro décadas con el telón de fondo del Tahití colonial y la isla de Mallorca en 1890.

En la actualidad prepara su próxima novela, además de impartir cursos y ponencias de marketing, redes sociales y literatura. Es adicta a la ficción y a las series de TV.

Sinopsis

Iago del Castillo, un carismático longevo de 10.300 años al frente del Museo de Arqueología de Cantabria, se ve arrastrado, en contra de su voluntad, a dirigir una investigación genética: sus hermanos Nagorno —un conflictivo escita de casi 3.000 años— y Lyra —una huidiza celta de 2.500 años—, cansados de enterrar durante siglos a sus familias efímeras, están obsesionados con identificar su rara mutación y tener hijos longevos.

Adriana, una joven y resuelta prehistoriadora, regresa a su Santander natal, contratada por el museo, dispuesta a aclarar el extraño suicidio de su madre, la psicóloga de cabecera de la alta sociedad cántabra, ocurrido quince años atrás.


Iago y Adriana chocan desde el primer momento, aunque entre ellos surge una intensa atracción que ambos intentan ignorar. No imaginan que su pasado determina su destino. Cuando descubran la cruda realidad y reaccionen, las consecuencias de sus actos les dejarán marcados para siempre.

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