Hoy toca hablar de Víctor Gete, ya que es uno de los
propósitos de fin de año que me impuse en este blog, y qué mejor día que
precisamente este en el que cumple veintisiete años.
La primera vez que leí el nombre de Víctor fue hace más o
menos tres años. Por aquel entonces estaba yo intentando desenvolverme con mi
tardía vocación literaria y, viendo que mi novela avanzaba, me empezó a entrar
la curiosidad por el mundo editorial. Me puse a trastear en la web de Ediciones
Beta, nuestra editorial, en la que yo ya había publicado un relato breve, a ver
qué tipo de gente era la que escribía en ella, para averiguar si tenían algo
que ver con un novatillo como yo.
Me llamó poderosamente la atención la biografía de Víctor
Gete, un chaval que apenas superaba la veintena y que había publicado un
tochazo de cuatrocientas páginas, El primer guerrero del bien, primera entrega
de una saga de fantasía. «¡Manda huevos!», pensé yo, «¡qué tío!».
Desde entonces he coincidido en varias ocasiones con Víctor,
en alguna presentación, en visitas mutuas en alguna feria o tomando algo por
ahí. Víctor es un buen tipo. Es sencillo, amable y, sobre todo, un apasionado de
la literatura que ha encontrado en ella una forma de existir y de disfrutar.
Además, Víctor es extremadamente tímido. Corrijo: Víctor es
tímido a secas, porque me da la sensación de que su salto a los escaparates de las
librerías y a las redes sociales le han ido transformando en una persona mucho
más abierta. Porque escribir y compartir lo que uno escribe es una gran
medicina, amigos, y lo digo por experiencia propia.
He leído todo lo que ha publicado, sus dos novelas, El primer guerrero del bien y Corazones en la sombra, y el relato que publicó en la antología Mezcla de lejía y crema. No son obras excepcionales, pero me han gustado. Son historias que enganchan, bien construidas y absolutamente meritorias para un chaval tan joven que empieza y al que le queda mucho por crecer y Víctor, que me parece una de esas personas que viven para escribir, crece rápido. Yo he sido testigo de ese crecimiento. Le he seguido en las redes y le he visto evolucionar con mis propios ojos. Espero que siga por este camino y que la literatura le depare las recompensas que merece.
Víctor tiene además la fortuna de contar con el apoyo de sus
padres. He tenido la suerte de charlar unas pocas veces con Montserrat, su
madre, encantadora e inteligente y, sobre todo, con un enorme sentido común.
Así que, Víctor, enhorabuena por una carrera que no ha hecho
más que empezar y que deseo que te depare muchísimas más letras y que yo pueda
compartirlas.
Zorionak!