Cuando, hace unos cuantos
años ya, oí hablar por primera vez de la plastinación me pareció un asunto
extremadamente interesante desde el punto de vista científico y se me planteó,
como a muchos, una cuestión sobre los aspectos éticos de la utilización de cadáveres
u órganos humanos reales “plastificados” en exposiciones públicas.
Para quien no conozca la
técnica, la plastinación consiste en la sustitución de los fluidos biológicos
de un material biológico por resinas sintéticas y otros productos químicos que
permiten su preservación. Esta técnica se puede aplicar a cuerpos completos,
humanos o animales, a órganos, vísceras, etc.
La técnica, no cabe ninguna
duda, supone una herramienta muy útil para la ciencia, al permitir la
conservación y manipulación de materiales biológicos para estudios anatómicos,
fisiológicos, médicos, etc.
La cuestión ética surge
cuando la plastinación se destina a la exposición pública de cadáveres y
órganos humanos, como sucede en la exposición “Human Bodies” que actualmente se
puede visitar en Bilbao. ¿Es un destino digno para alguien que dona su cuerpo a
la ciencia andar por ahí siendo expuesto a la curiosidad de cualquiera que
pague una entrada para verlo todo reseco, desnudito, pelado y, en
ocasiones, desmembrado o incluso loncheado?
La respuesta a esta pregunta
no es en absoluto sencilla. Habrá gente con una concepción muy clara de la vida
y de la muerte que no albergue dudas al respecto, tanto para responder que no,
algunos, como que sí, otros. Yo, qué queréis que os diga, no lo veo ni blanco
ni negro, por lo que responder me resulta complejo.
Así que para responderme a
mí mismo me fui a la exposición, pagué mi entrada, cogí mi audioguía y me
sumergí en el mundo de los muertos plastificados y loncheados. Nada mejor que
ver y sentir para poder opinar.
La exposición está
distribuida en varias salas, con vitrinas numeradas lo que, con la ayuda de la
audioguía, permite una visita ordenada que, empezando por un embrión de cuatro
semanas, va recorriendo la anatomía y fisiología humana desde un punto de vista
eminentemente didáctico y divulgativo.
Si consideramos que la dignidad de una
exposición depende de quien expone, de lo que se expone, y de quien visita la
exposición, a mí me pareció una exposición muy digna. Había visitantes de casi
todas las edades (no había niños, cuyo acceso ignoro si está permitido, aunque
creo que podría estarlo sin mayor problema) y de diversas procedencias geográficas,
a juzgar por los acentos e idiomas, recorriendo las vitrinas en un respetuoso
silencio y con un patente interés en lo que veían y escuchaban.
Es cierto que todo el
material que se exponía (o tal vez casi todo) podría ser fabricado en
materiales sintéticos, con las actuales tecnologías, reproduciendo los cuerpos
y órganos probablemente incluso con una fidelidad mayor a sus homólogos
vivientes, ya que los materiales plastinados, por muy bien que se preparen,
pierden “frescura”. Probablemente podría hacerse, pero no sería lo mismo.
Perdería su fuerza y el impacto emocional sobre el visitante.
Me vuelvo a plantear la
pregunta: ¿Es un destino digno para alguien que dona su cuerpo a la ciencia
andar por ahí siendo expuesto a la curiosidad de cualquiera que pague una
entrada para verlo ahí, todo reseco, desnudito, pelado y, en ocasiones,
desmembrado o incluso loncheado? Ahora ya tengo una respuesta. Si se hace como
se tiene que hacer, como es el caso, rotundamente sí.
Me gustó mucho la
exposición, aunque ya que estamos, me gustaría dejar un par de comentarios
sobre un par de aspectos que se podrían mejorar:
La entrada no invita en
absoluto a visitar en la exposición. Es oscura y la fachada está decorada con
unos carteles poco sugerentes. Por otro lado, a pesar de que las audioguías
ofrecen un buen menú de idiomas, los carteles de la exposición están escritos
únicamente en español y euskera. Teniendo en cuenta que Bilbao se está
volviendo una ciudad bastante turística y que los textos son bastante breves,
no hubiera estado de más ponerlos al menos en inglés y francés. Por último,
eché en falta algo que esperaba encontrar como imprescindible en una exposición
de cuerpos plastinados: una explicación de la propia técnica.
Por lo demás, una exposición
magnífica. Recomendable.
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