Hoy toca hablar de gastronomía, así que por un momento aparcamos la literatura. ¿Por qué? Pues porque ha sucedido algo, cuando menos, peculiar. He comido callos de bacalao. Así, como suena: callos de bacalao.
¿Qué demonios son los callos de bacalao?, os preguntaréis, como yo me he preguntado cuando me han cantado las recomendaciones del día. Pues ahí los tenéis en la foto: una 'cosa' que tiene pinta de callos, color de callos, casi la textura de los callos, y un sabor y una suavidad, ayudada por la gelatinosa pilpilosidad del bacalao que, ay, ya los quisieran los callos de verdad. Una delicatessen en toda regla, vamos.
Y, ¿dónde preparan semejante cosa rara? En el restaurante La Viña de Patxi ubicado en... ¿Bizkaia?, ¿Álava?, Gipuzkoa?..., pues no: en Valladolid.
Y, ¿dónde preparan semejante cosa rara? En el restaurante La Viña de Patxi ubicado en... ¿Bizkaia?, ¿Álava?, Gipuzkoa?..., pues no: en Valladolid.
No sería justo olvidarme del resto del menú, porque ha mantenido el nivel de forma más que digna: pulpo a la plancha, rape akelarre y de postre una crema de Idiazabal con dulce de melón que estaba..., ¡jo!, no me llegan los adjetivos: ¿estratosférica vale?
No veo las imágenes, Eduardo. Nos haces la boca agua con tus palabras y no puedo ver las imágenes. ¿Soy yo solo o le pasa a alguien más? Me da un error 403 ¿Por qué eres tan cruel, Eduardo?
ResponderEliminarNada, que me voy a tener que coger el coche ahora mismo para acercarme a Valladolid.